viernes, 7 de noviembre de 2014

No me muero

Mátame si quieres, yo te mato a ti quince veces al día.

El cartero siempre llama dos veces, pero tú llamas dieciséis, porque sabes que después de la décimoquinta, ya no soporto tanta sangre tuya en mis manos.

Y te abro la puerta, y te dejo entrar para curar las heridas que yo misma te hice.

Entonces me atas a la cama, quieres venganza.

Haces nudos con mi voluntad, pones esposas a mi decisión, anulas mi determinación.

Y yo no me opongo, no me resisto, dejo la pelea conmigo misma para cuando te vayas.

Cuando vuelva a encontrarme sóla frente al espejo, ese testigo silencioso de nuestras ganas avivadas por nuestro deseo de muerte.

Deseo de morir las sentencias inventadas que nos separan. Sentencias de jueces ajenos a nosotros.

Pero las seguimos eligiendo, posponiendo así el tratado de paz.

No es rentable firmar la paz, como en todas las guerras.

Nos parece excesivo el precio, soledad a cambio de paz.

¡Qué aburrimiento!, pensamos.

La próxima vez no te abriré la puerta, ni te mataré, para que no desees castigarme.

Pensaré en lo que deseo que ocurra y debiera haber ocurrido, en lugar de pensar en las veces que me habría corrido.

Ya no quiero matarte, porque no quiero seguir muriendo yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario