jueves, 2 de octubre de 2014

Un mundo para-lelos

Entiendo que haya un mundo donde se pide amor. Un mundo donde se cree que el amor es tomado y no dado. De hecho, nacemos en él.

En éste mundo los bebés no son abrazados porque sí, sólo si lo reclaman con llantos, y a veces ni así. Por lo que desde pequeños nos acostumbramos a pedir lo que por naturaleza nos pertenece, el amor.

El bebé que no es abrazado se siente frágil, abandonado. La oxitocina, hormona del amor y el bienestar, es anulada por la adrenalina, hormona del estrés y el miedo. Siente que su vida está en juego. Su supervivencia depende de los brazos de quien lo vaya a maternar.

En la infancia la cosa mejora poco. Si queremos que mamá y papá, personas a las que adoramos y admiramos,no se enfaden y nos castiguen, nos tenemos que portar bien. Aunque eso signifique castrar nuestras ganas de explorar y experimentar con el mundo que nos rodea.
Ya no lloramos, porque los niños grandes no deben llorar.
Entonces llegamos a ese estado llamado "amulamiento". Es un estado desde el que castigamos a los que nos rodean con mala cara e indiferencia, cuando no entienden nuestras demandas y nos sentimos incomprendidos.
De esta manera, vamos aprendiendo a no expresar nuestros sentimientos, a ocultarlos.

En la adolescencia, si queremos pertenecer a un grupo, normalmente nos callamos y asentimos, estemos de acuerdo o no. Porque, gracias a la gran educación que nos han dado, somos buen@s, y sabemos lo que tenemos que hacer para ser aceptado@s.

Así alcanzamos la edad adulta, totalmente distorsionados.
Pidiendo amor a gritos, desesperándonos y condenando a quien está en todo su derecho de no dárnoslo si así lo desea.

No pedimos lo que necesitamos, porque estamos tan desconectados de nuestros deseos, que confundimos todo el rato conceptos como la culpa, la responsabilidad, la autoestima, la dignidad.

Y seguimos perpetuando frases totalmente bárbaras como: "Quien bien te quiere te hará llorar"
"El que no llora no mama"... Y otras florituras del refranero popular.

Entonces nos toca sanar a nuestr@ niñ@ interior.
¡Manda wevos!!!! Con la de cosas que hay que hacer.

¿No podríamos ahorrarnos todo esto desde el principio?

Quiero un mundo donde nuestr@s hij@s sean abrazados, acogidos, oxitonizados.
¡Oh, querida oxitocina, bendita tú eres entre todas las hormonas!

Porque quiero que sepan que el amor es dado, no es tomado. Que tienen el derecho divino de ser amados, empezando por ellos mismos.

Yo decido, y elijo salirme de este mundo para-lelos, o como diría mi gran amigo Neo, de mátrix.

Sólo espero no meter la pata con mis hijas, darles todo el amor más amoroso del mundo del amor mundial. No quiero que sientan esa falta, y ahorrarles así el gusto enfermizo por las relaciones tóxicas.
Relaciones que nos recuerdan esa gran mentira..."El amor se pide, no se da si no lo merecen, y si te lo dan, tendrás que pagarlo con creces"


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