En casa, en el espejo, en mi cama, en el trabajo, por la calle...
El frutero me hace reír con chistes siempre que compro plátanos, Cris me sirve el cortado en La Pantana cantando, mis amigos me llaman para vernos y tomar algo, mis amigas me buscan para reír o llorar, mi mamá me mima y mi papá se alegra siempre que me ve.
Qué rico llegar al curro y ver a un compañero que me dice..."Qué bueno que estés hoy, justo cuando necesito un abrazo" O que un paciente me sonría diciendo... "Si me pinchas igual que me hablas, todo está bien"
Qué maravilla tomar un café deprisa con un colega y me susurre... "Espera, déjame quedarme sólo cinco minutos más en tus ojos"
Qué gusto dormir arropada por los besos y abrazos de mis hijas y me arrullen..."Qué calentito hueles mami, te quiero mucho"
Qué comestible esa amiga que se ríe con mi risa favorita para verme descoñada...
Y entonces camino por la calle y me encuentro una pegatina en el asfalto con un corazón que dice "te quiero", voy por la acera y un señor mayor con bastón se hace a un lado quitándose el sombrero y dándome los buenos días.
Así crece y crece en mí una bola de afecto, gratitud y amor para esos días en que las sonrisas y la amabilidad escasean, haciéndome recuerdar todo lo bueno y la gente bonita que me rodea.

No hay comentarios:
Publicar un comentario