Érase una vez una niña que aprendió a disociarse para no fundirse con la realidad que le querían imponer.
Una realidad en la que quien te ama te exige devoción, te exige suplir todo el amor que no le dieron de niña y que por tanto ni ella misma tiene para sí.
Una realidad en la que si amas a alguien debes cumplir sus deseos aunque no los entiendas o no concuerden con los tuyos. Si no lo haces, eres mala y los malos no merecen ser amados.
Así que esa niña creó un mundo paralelo donde podía ser ella misma y amada por quién era, no por las expectativas que otros creaban basadas en sus carencias.
Esta niña creció y se hizo mujer buscando por todos lados el amor que le faltó. Cometiendo el mismo error que cometieron con ella, crear expectativas.
Formulaba deseos, pero sus acciones no concordaban con ellos.
Elegía personas que ya conocía sin saberlo, porque ella los creaba. Creaba personas que una y otra vez corroboraran su tan temida pero bien aprendida creencia de "no eres buena, no mereces ser bien amada".
Y como se sentía perdida, encontraba perdidos como ella, desesperados como ella en busca de un "amor" disociado, impuesto, no real, repitiendo patrones aprendidos y ajenos, hasta que una de sus ancestras se enfureció.
-¡Vasta, tienes que parar esto de una vez o tus hijas lo repetirán y las hijas de tus hijas también lo padecerán.
Tú no eres culpable, nadie lo es. Hacemos lo que podemos y damos lo que tenemos.
Sabes que tienes mucho más de lo crees, eres capaz de ver de dónde vienes, tienes ese súper poder, el poder de ver con el corazón, el poder de amar.
Tú no tienes excusas, porque no las quieres, libérate, fórmula tu deseo y entrégalo, deja que la magia suceda"
Si crees que no eres bien querida, hazte estas preguntas:
¿Qué es para mí el amor?
¿Qué deseo?
¿Qué haré cuando se cumpla?
¿Me puedo comprometer?
¿Cuáles son mis carencias?
¿Pretendo cargar al otro con la responsabilidad de mi felicidad?
¿Soy feliz?
¿Creo que tengo derecho a ser feliz?
¿Manipulo a los demás para conseguir lo que quiero?
¿Sé lo que quiero?
¿Sigo viéndome como la víctima?
Siempre he sido sincera conmigo, pero no me hacía caso. Me enterraba la paja ajena en mis propios ojos para no ver la realidad que que yo co-creaba.
Esta mañana formulé un deseo con la boca cerrada, para que no entren lenguas que hablen por mí. Con el corazón abierto, para que mi deseo cumplido elija quedarse.

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