Pero tienen astigmatismo, porque hasta ahora, no he querido ver más allá de esta realidad.
La semana pasada tuve que pasar el exámen médico para renovar el carnet de conducir. Fui sin gafas, porque en realidad, aunque me dicen que las necesito, nunca me las pongo. Dejé de creer a los que hablan por mí, y saben qué...pasé el examen sin ellas.
Tengo el pelo negro y muy fino, quebradizo, por eso lo corté, a ver si así coge tino, y de paso yo. Siempre he volado mucho fuera de mí, tanto que he olvidado cómo permanecer enraizada.
Ahora que lo estoy recordando, mi pelo está creciendo con más fuerza, su raíz se agarra mejor a una cabeza sin ideas fijas.
Tengo dos tetas chiquititas, pero en su sitio, porque ellas siempre han mantenido su memoria ancestral, conocen su función y la han cumplido orgullosas, ama-mantar a mis cachorritas durante más de seis años.
Mi espalda es preciosa, muy bien formada y firme. La cubre un ligero manto de pelusilla, reminiscencia del lanugo que me cubría en el vientre de mi madre y recuerdo de la herencia pelúa de mi padre. Así mantengo el equilibrio entre mi masculino y femenino.
A veces pierdo ese equilibrio, y es entonces cuando aparecen los dolores, cuando no sé repartir las cargas entre ellos. Cuando confundo responsabilidad con obligación, melancolía con gozo.
Mis caderas no son anchas, pero mi culo es tremendo, con unas pistoleras que ya las quisiera Lucky Luck. Está compuesto por unas nalgas carnosas y abundantes, pero distendidas y celulíticas, porque han aculado la grasa provocada por la pereza ante las nalgadas mal dadas.
Mi sexo es delicioso, jugoso y suave. Es re-encarnado y profundo, como todas las vidas que decide albergar. No siempre elige bien a su jardinero, por eso a veces se desequilibran las flores que lo habitan, recordándome así que aprenda a distinguir mejor para evitar mentirme y pro-meter absurdos ideales.
Y ahora hablaré de mi otra boca. Está muy bien dibujada, pero ya no sabe ser roja sin pintura. Se ha dejado tapar tantas veces por manos desteñidas, que sin darse cuenta, o sí, ha ido cediendo poco a poco su color.
Siempre me habla dos veces al día, por la mañana y por la noche, me cuenta cosas sobre ti. Me dice que tú sabrás cómo besarme sin llevarte mi color.
Me dice que nos encontraremos pronto, porque sin prisa nos buscamos para sin demora Ser juntos.
Me dice que si quiero recuperar su color, debo seguir contando cosas al mundo. Sin tapujos, sin vergüenza, porque la vergüenza odia el rojo, y los tapujos pretenden cubrirlo de gris.

No dejes de escribir.
ResponderEliminarMuchas gracias Alejandro!!! Tú tampoco!!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLindo "cachito" habita en tu pecho <3
ResponderEliminarGracias Cisco!!! En el tuyo también.
Eliminar