viernes, 26 de septiembre de 2014

Amor

Elijo un amor nuevo. Lo doy, no lo pido, por eso es nuevo.

No es lo que nos han enseñado... "Mira con quién pasas tu tiempo porque no lo recuperarás", "dale tu amor sólo a quien se lo merece", "si no recibes parte de lo que das, no es buen amor"...
En fin, frases ya vacías para mí.

El amor es amor, ni es bueno, ni es de verdad, ni es más, ni es menos, ni es merecido, ni es denegado. Si así fuera, no se llamaría amor, se llamaría quizás conveniencia, moneda de cambio, recompensa...

¡Doy amor, el que simplemente es!

Me da igual si me lo devuelves o no, o si lo compartes con alguien más, o si lo utilizas a tu favor. ¿No es eso lo que queremos?¿Que la persona que tengamos al lado sea feliz?
Entonces, ¿porqué le damos tanta importancia a ser reconocidos y recompensados?

"Mamá, quiero a un hombre que esté a mi lado realmente. A mí los hombres no me han hecho daño"

Amo con mi mente, con mis ojos, con mi nariz, con mis oídos, con  mi boca, con mi cuello, con mis hombros, con mis brazos, con mis manos, con mis dedos, con mi pecho, con mi vientre, con mi sexo, con mi útero, con mis caderas, con mis muslos, con mis piernas, con mis pies.

Amo mis ideas, mis miradas regaladas, el olor de mis cachorras y mi amante, el sonido de mi voz y sus jadeos, los besos degustados, su descanso en mi cuello y en mis hombros, los abrazos apretados  y suaves, las caricias con ternura y con lujuria, las mariposas, los jugos del placer, mi parto a cada instante, el baile de la vida, el calor húmedo, la decisión, mis pisadas firmes...

Y todo ésto lo doy, por eso lo recibo y lo agradezco, continuamente, cada día de mi vida.



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