domingo, 27 de marzo de 2016

¿Y si la próxima vez empezamos por los pies?

La próxima vez que nos veamos me acostaré frente a tus pies.

Los tocaré y hablaré con ellos, quiero saber qué pisan.

¿No te había dicho nunca que me encantan? ¡Los adoro! 

Seguro que no te dabas cuenta, pensabas que mi atención estaba en otra parte de tu cuerpo, pero te equivocabas.

Me quedaba embelesada observándolos cuando caminabas descalzo, cómo te sostenían, cómo intentaban todo el rato bajarte a tierra, al aquí y ahora.

Y tú no parabas de hablar sin fijarte en ellos, en el mensaje tan bonito que siguen teniendo para ti. En el esfuerzo cariñoso que hacen para que camines con menos peso sobre tu espalda, tan preciosa también.

Incluso llegabas a pellizcártelos, a arrancarles las uñas, y ellos pacientes se callaban, no se atrevían ni a sangrar, porque conocen tu dolor y saben que esa es una de tus maneras de aliviarlo.

Cuando nos recostábamos desnudos frente a frente los miraba de reojo, se frotaban entre ellos tímidos y excitados por lo que sabían que venía después.

Un día incluso te vendé uno ellos, ¿recuerdas? Estaba un poco avergonzado porque pensaba que olía mal. Nada más lejos de la realidad, olía a esfuerzo, a ganas de escalar retos y caminar sueños.

¿Sabías que cuando nos asustamos la primera parte de nuestro cuerpo que reacciona son los pies?

Se engruñen, intentando agarrarse a la vida.

Quiero acariciarlos suavemente y que me cuenten qué es lo que te asusta, quiero que me digan tus miedos, a qué te aferras cuando te invade algún terror.

Quiero saberlo porque por alguna razón que desconozco, te elegí como espejo.

Así, conociendo tus miedos, conoceré los míos.

Te quiero mucho. Acabo de darme cuenta cuánto me amo a través de ti, nos parecemos tanto.

Ya sé que piensas que estoy loca, pero no me importa, si no fuera por esta locura no viviría el regalo de este amor loco, me correspondas o no.

Creo que no es eso lo relevante. 

Lo esencial y más verdadero para mí es el permitirme por una vez hace mucho tiempo, sentir, sin razonar, sólo sentir.

Todo este tiempo sin saber porque llegaste a mi vida y hoy tras haberte mandado un par de mensajes, una charla con dos amigas y una peli, la respuesta llega sóla.

Gracias, porque me traigas un detalle o no, te quedes en mi vida o no, sin importar el nombre que le demos a esa estancia, me has hecho uno de los más grandes regalos posibles, el saber cuánto soy capaz de amar a alguien, capaz de amar a mí, sin importar lo que venga después.














5 comentarios: