¿Por qué somos tan pesadamente protectoras??
¿Por qué confundimos sexo con protección??
Enseguida nos creemos con el derecho de "guiar, enseñar y salvar" a nuestros amantes.
Qué soberbia la nuestra, conocedoras del bien y del mal, guías ilustradas de pobres hombres descarriados, perdidos sin nuestra luz.
¿Por qué no cambiamos el orden de las cosas?
¿Qué tal si nos ocupamos de nosotras, de salvarnos a nosotras? ¿Qué tal si nos empezamos a plantear que no hay nada de qué salvarse, que se trata de todo lo contrario?
Se trata de arder, de mudar la piel, de respetar ese lugar sagrado del que nace nuestro fuego, nuestro útero, nuestra vagina.
Deberíamos reconciliarnos con ella, decir su nombre en alto, darle su lugar, el lugar del placer, de la vida.
VA-GI-NA, CO-ÑO, U-TE-RO.
Porqué tanto miedo a nombrarla, ¿por miedo a ser juzgadas, a ser acusadas de irreverentes, descaradas, osadas, salidas, putas? OMG!!!
Vamos a dejarmos en paz con nuestro propio infierno lleno de flores. Hagamos o digamos lo que sea, cada uno necesita ser su propia manguera, su propia paja, su propio hechicero o bruja.
Dejémonos caer, estamparnos contra el suelo antes que contra la pared, estallemos en mil pedazos de verdad silenciada, lo bello nace del caos, el desorden, trozos tropezando entre sí vivos por la risa de la incoherencia necesaria a veces.
Ya hay psicólogos y psicópatas suficientes en este mundo como para ser uno más del montón.
Ocupemos nuestro lugar, sin etiquetas, y cuando nos acomodemos en un sitio, volvamos al juego de la sillita, a ser niños que se descolocan a gusto para estirarse y volver a la adrenalina de no saber dónde estará el próximo cuerpo a habitar, sin preocuparnos por lo que pueda suceder, porque siempre será maravilloso.

Una loca honesta y maravillosa MUJER
ResponderEliminarGracias, maravilloso hombre!
ResponderEliminar