Contaban el amor a través del tiempo, como habían aprendido a hacer.
Entonces un día se inventaron otro cuento.
Dejaron de contar y empezaron a sentir.
Sentían las caricias no dadas, el roce de las pestañas en la piel, el sexo del otro sin importar si era un 69 o un 44.
Ahora veían a través del tiempo sin contar con él.
Estaban asustados, era un amor nuevo, deseado pero desconocido.
No estaban acostumbrados a amar porque sí, sin tiempo, sin razones. No se sabían merecedores de ese Amor.
Comenzaron a recordar la vida tal y como es, atemporal.
La vida les mostró que es justa, siempre, y ese Amor es justo.
Justo lo que desean, justo lo que necesitan.
Así que ahora ya no cuentan los días, no cuentan historias ya dichas, inventan y crean las suyas.
Ahora se permiten vivir en la abundancia, y la abundancia es siempre infinita, como su Amor!
Ahora se comen con los ojos sin importar las pestañas, ahora todo es perfectamente imperfecto.
¿Cómo se podría comer si no a alguien con los ojos?

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