Me estás mirando. Crees que no lo sé, pero mi cuerpo ha aprendido a ver sin ojos.
Siento tu mirada, y te puedo adivinar a través de ella.
Eres moreno, tienes el pelo largo, y unos ojos verdes enormes, responsables de mis poderes extrasensoriales.
No es la primera vez que coincidimos, ni en esta realidad ni en otras. Por eso no tengo prisa en averiguar si eres tal y como te he imaginado.
Mi instinto ya no me pone nerviosa, porque ahora confío en sus certeros deseos.
Te estás acercando... Qué rica la sensación que se produce cuando sabes que te reencontrarás con alguien importante en tu vida.
-Hola.
-Hola.
-Quiero saber si no estoy equivocado. Quiero pasar un día contigo.
-Jajajajajajajaja... ¿Con un día te basta?
-No, pero es un buen comienzo...
-No creo en los comienzos, y menos si empiezan a lo "Pretty Woman" Sólo creo en los momentos inciertos.
-Vale...entonces quiero un momento incierto a solas contigo.
-Jajajajajajajaja, me gusta.
-Te recojo mañana a las nueve.
Llegaste puntual, con un olor dulce que mezclaba madera y especias envolviéndote.
Me llevaste a Tamadaba, y allí, perdida entre los árboles, había una cama enorme. Estaba hecha con sábanas blancas recién lavadas, llena de almohadas esponjosas sin olor.
Pude ver unas cuerdas rojas atadas al cabecero y piecero de hierro, pero no me dio miedo. Tú te diste cuenta, y no te sorprendió mi confianza.
Viniste a mí y me desnudaste sin prisa, recreándote en cada trozo de piel redescubierto. Aprovechando para acariciar cada tramo de mi cuerpo.
Me tumbaste dulcemente en la cama, ataste mis pies y una de mis manos.
-Ya sé que no estás asustada, porque tienes memoria. Por eso me reconociste sin haberme visto. Ahora quiero que me recuerdes con la mano que te he dejado libre.
-No acepto órdenes, aunque esté empapada de ganas.
-Es cierto, lo siento, ya no me acordaba.
Entonces empezaste a besarme. Mi cuerpo entero reaccionó al mismo tiempo. Enraizada por completo en aquella boca que despertó en mí sabores ya conocidos, me dejé llevar al lugar de donde veníamos.
Curiosas paradojas de la vida, me sentía Puta y Cristo al mismo tiempo.
Aunque las putas son más valientes que yo, ellas saben y ponen precio a su piel.
Aunque Cristo es más valiente que yo, él se entregó por otros, creyeran o no en su cuerpo.
Me queda tanto por aprender de ellos....
No hay comentarios:
Publicar un comentario