martes, 31 de enero de 2017

Cuerpos

Me encanta chocarme contra cuerpos, abrazarlos, morderlos, acariciarlos, hacerles el amor, y todavía no sé cómo hacerlo sin daños colaterales.

Lo curioso es que a través de esos daños, la recompensa es impagable.

Tengo una amiga que me dice que soy una suicida, que sabiendo lo sensible que soy, me expongo a corazón abierto.

Qué me admira, porque aún haciéndolo con mucho miedo, me atrevo y no me quedo con la duda.

No lo sé evitar, chocarme contra los cuerpos que cielo.

Esta vez conocí a un bello capitán.

Un capitán que me soltó en el cielo nublado de mis deseos a través de sus profundos ojos color de mar.

Un capitán valiente como yo, inseguro como yo de la certeza del destino que se muestra aún sin nombrarlo.

Sólo los cuerpos que se chocan saben lo que sienten, las expectativas incumplidas, los deseos ocultos, la incapacidad propia.

Aún sin querer ser princesa, sigo esperando que me rescaten, sigo poniendo la responsabilidad de salvarme en otros.

Ahora puedo tragarme las nubes que creé para que se tragaran mi agua y lloraran por mí sobre mí.

Una lluvia ácida, la lluvia que provoca la falta de amor propio, esa que te corroe y te hace sentir fuerte porque no lo lloras tú.

Al tragármelas las mastico, dejo que la tormenta me sacuda.

Ya no necesito otro cuerpo que me choque para culparlo por mi caos rojo sin color.

Ahora no atravieso la tormenta, dejo que me penetre, que me grite lo que no recuerdo.

La hago mía, mejor dicho, la reconozco mía, y la lloro, y me quedo, y grito, y vuelvo a llorar, hasta dormirme, hasta despertar cumpliendo sueños, mis sueños.

Qué espejo tan bonito el cuerpo que se presta para reflejar mi queja, mi inconsciencia, mi inseguridad.

Qué bonito mi cuerpo erizado y tembloroso de frío, y hambre y miedo.

Qué bonito mi cuerpo perdido, añulgado, bañado por mi agua.

Qué bonito mi cuerpo abrazado a mí, mi cuerpo que me calma y me dice que ya es suficiente.

Qué bonito tu cuerpo abrazado a ti, tu cuerpo que te calma y te dice que ya es suficiente.

Qué bonito dos cuerpos que se chocan abrazaditos, que se atreven a soltarse de si mismos para acurrucar al otro, sea ya suficiente o no.

Aceptando la incertidumbre que con esperanza cierta se manifiesta.




No hay comentarios:

Publicar un comentario