lunes, 29 de diciembre de 2014

Los hombres también lloran

Hoy me siento especialmente empática, sobre todo con la desazón masculina.

Creo que sienten la sacudida del nuevo paradigma igual que nosotras. Ese que golpea los pilares conocidos pero obsoletos del patriarcado mamado desde hace más o menos 5000 años.

Están igual de perdidos y desconcertados. Pero esto es bueno. Sólo significa que sienten, que aunque se resistan y tengan miedo, algo se mueve dentro, lo cual no deja de ser un regalo.

Sugiere movimiento, desatasque de emociones, vida.

Se hacen los fuertes, independientes y autosuficientes, y aunque sea cierto, a veces pecan de soberbia. Se creen con el poder para juzgar a los otros, ponen límites, limitándose a ellos mismos, e intentan defender las teorías que creen suyas pero que han leído en libros de otros.

A pesar de ser inteligentes, sensibles y dulces, y sentir que se comen el mundo, se siguen comparando, arraigados en ideas fijas, pensando que han llegado a ellas por sí mismos, que les ha costado lo suyo, por eso se quedan ahí pegados, defendiéndolas a capa y espada.

Asusta mucho abrirse a nuevas teorías, sobre todo si hacen tambalear el castillo que desde niños han construido con el cemento y los ladrillos que otros le prestaron, cargados de sus ideas y prejuicios. Por eso se niegan a leer otras versiones, a contrastar, "¿y si descubro que mamá y papá se equivocaban, que lo que me contaron en el colegio y en la universidad, y he creído gran parte de mi vida, es mentira?". Piensan, luego existen.

Y aunque la infancia y la adolescencia hayan estado marcadas por la rebeldía, haciéndoles sentir que son super-héroes que se han separado del clan por marcar su territorio y derechos, no deja de proceder de un corazón herido por mamá.

Mamá, esa mujer a la que adoran e idolatran, pero que también es humana, y también se ha creído los cuentos de otros. Les dio la vida, pero no la teta, en sentido literal o no. No sintieron ese torrente de oxitocina correr por sus venas, la hormona del amor que se produce a borbotones cuando abrazamos, besamos, hacemos el amor, acariciamos o amamantamos, llenándoles y cargándoles de amor. Cuando digo teta, digo amor incondicional, ese que te acepta, el que no te pide que seas otro, el que te dice "te amo tal y como eres".

Y así van por la vida, con corazones rotos, pendientes del qué dirán, y diciendo a gritos "Yo me expreso tal y como soy, y por eso no soy malo. Yo soy valiente, pero a veces tengo miedo y te necesito. Quiéreme a mí, por favor, no al que te imaginaste que sería"

Todo esto que he escrito es mi opinión, como ocurre en todas las reflexiones que comparto con el mundo.

Igual yo también estoy contaminada con las letras que he leído en otros libros.

Aún así, apelo a mi derecho de expresión. Eso sí, desde el corazón, siempre desde el corazón.

Que es humano también, y que por tanto puede estar equivocado. Lo acepto, y me la pela. Porque no tengo el peso de la coherencia, no soy de ideas fijas, y no venero ninguna creencia.

Creo en todo y en nada, porque todo cambia, incluso yo. La que fui ayer, no es la que soy hoy. Por eso pongo la mano en el fuego o no si me sale del coño, responsabilizándome de mis quemaduras y sabiendo que nadie responde por mí, sólo yo.

Por eso no creo en las promesas, porque quien me prometió algo ayer, igual hoy ya no existe. Por eso no espero nada de nadie, ni siquiera que me entiendan, ni siquiera que no me den por culo.

Si esto te resuena y remueve tu mierda con tus flores, te sugiero que pienses porqué así sucede, antes de joderme sin poya y sí con poyadas.

De todos modos, la que soy hoy, te quiere mucho, aunque sepa que se está quemando, aunque no sepa si te quiere en su vida, aunque no sepa si quiere a otros en su vida.

La que soy mañana, aún no la conozco, así que no te pro-meto nada.


3 comentarios:

  1. Me encanta. Me encontré con tu blog de rebote. Todo un regalo.

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  2. Me encanta. Me encontré con tu blog de rebote. Todo un regalo.

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