domingo, 24 de abril de 2016

Me aburre discutir

Se acabó la discusión, no porque me canse, sino porque me aburro cuando intento convencer, dominar al otro con la palabra.

Prefiero utilizarla para crear, para contar historias donde ganamos todos.

Tampoco quiero que me agobien, y menos tú, reflejo de mis demonios.

Por eso me voy de la pelea, quiero conducir hasta quedarme sin gasolina y sin excusas para volver a buscarte.

Hace un calor horrible, pegajoso, húmedo... 

Cuidado con lo que deseas, dicen los que saben. Me quedé sin gasolina, justo en el km 69.

¡Joder Dios!!! No ayudas nada.

Poco queda alrededor, aparte de un cielo inmenso azul, arena y más arena, algún que otro cactus y un sol envolvente, potente que cada vez se parece más a ti.

El universo conspira a tu favor, la que me faltaba.

Se acerca un coche, tu coche, conduce un hombre, mi hombre.

Paras a un lado y te bajas, no me dices nada. Abres el capó para echar un vistazo.

Me meto dentro, no soporto los rayos del sol que cada vez es más tú.

Te das cuenta que es por la gasolina, nada más, te lavas las manos y vienes a la sombra conmigo.

Me miras, suspiras, estás sudando, como yo.

¡Mierda! Me acabo de acordar que con el enfado sólo me puse el traje y me olvidé las bragas. ¿Por qué el universo te lo pone tan fácil???

Te giras hacia mí, acaricias la parte interior de mi muslo izquierdo y muy despacio compruebas con tus dedos que no todo en mi cuerpo está enfadado contigo.

Acercas tu cara a la mía, respirándome, haciendome respirar cada vez más profundo.

Pruebas la reconciliación que sale de la parte de mi cuerpo que es incapaz de reprocharte nada.

Te desabrochas el pantalón, prudente, todavía no sabes si me iré corriendo de nuevo.

Me voy a ir, pero primero le voy a dar la razón a mi sexo, a lo de mí que te añora.

Me subo en ti, en tu deseo que es el mío.

No voy a parar hasta que te des la razón. No voy a consentir que me pidas perdón por protegerte de ti mismo.

Sabes que no te besaré, besarte sería darme la razón y sé que no la tengo.

Te lo voy a hacer lento, porque lo que se hace deprisa cambia despacito.

Aprietas mis nalgas fuerte, llevándome hacia ti con furia, en el fondo no soportas que esté de tu lado.

Esos somos tú y yo, la contradicción más perfectamente invocada para ser transgredida.

Te abrazo fuerte, muy fuerte, si pudiera te  escarcharía como a una cucaracha.

Quiero que seas otro, que quieras lo que yo, que me quieras a mí, no la que proyectaste, por eso sé que no te amo.

Nos agitamos, nos arañamos, nos emborrachamos de los sonidos de la carne, del olor del deseo.

Estallamos en silencio, solo se escapa un pequeño aullido de placer.

En ese momento nos miramos, empapados, redimidos.

Sudamos las diferencias, el resentimiento, lo que no es.

Ahora sí te besé, porque veo lo que sí, aunque eso es lo que hará que tú y yo no seamos un sí.

Ahora que me duele que te vayas y no sufro, es cuando descubro que te quiero.

Ahora que redescubrí tu esencia sin querer cambiarla para que te quedes, es cuando sé que te amo.








3 comentarios:

  1. Tremendo manejo de la palabra
    Tremendo alijo escondido en ese cuerpito caderúo!
    Te admiro toda

    ResponderEliminar
  2. Tremendo manejo de la palabra
    Tremendo alijo escondido en ese cuerpito caderúo!
    Te admiro toda

    ResponderEliminar