Luego ya no exploto, estoy en latencia, no quiero a ninguno y al mismo tiempo a todos por aburrimiento.
Hasta que se rompe el folículo y sale el óvulo.
Entonces quiero al Uno que ya no está separado de los demás, los quiero a todos por diversión.
Mis ansias de expandirme son tantas que hasta me aparecen amores transoceánicos, transcontinentales.
Y me levanto con cuatro mensajes de "buenos días linda", y todo es maravilloso.
Pero de repente ninguno de esos mensajes es del Uno, y lo que antes no me quemaba, ahora me arrrrrrrrde.
Vuelvo a no querer a nadie, y todo es una mierda, y me la comen esas filosofías que rezan "todo está bien, sucederá si ha de ser, deja de buscar y vive, ama lo que es..."
Todas esas chorradas que son ciertas pero absurdas cuando lo único que quieres es que te devore el Uno, y que te mande un mensaje, y que quiera quedar contigo y arrancarte las bragas que te pones sólo cuando estás con él por el único placer que sientes cuando las rueda para penetrarte sin quitártelas...
¡Joder, hostia puta!!! ¡Otra vez el folículo atascado!
Me vuelve a poseer la arpía, la que manipula, la que se desespera, la que mendiga amor de forma soterrada con mensajes ocultos en formas no invasivas.
Son momentos en los que me encantaría meterme en un convento y hacer queques o galletitas de maría para repartir por los asilos, para que los viejitos aumenten su apetito, disminuyan su dolor y sacudan sus alas.
¡Ay Dios mío!!! ¡Que me dejen! No, no, no, escúchame, espérate un momento.
Y ahí están mis amigas, mis flores, tan sabias y pacientes. Descoñadas, devolviéndome la cordura al darme la razón y recordarme mi naturaleza cíclica.
Así llega un nuevo amanecer, más bello que el anterior.
Respiro profundo, sonrío, quiero a todos y a todo, y veo vídeos de Sergi Torres. (Qué lindo es este muchachito por favor y cuanta verdad en sus palabras)
Y llegan los atardeceres en los que estoy tranquila, sosegada pero graciosa, visualizándome con El que Es, el que me pondrá "monógama perdida".
Hay un truco que me está funcionando, aparte de escuchar a Sergi Torres y danzar desnuda con mis amigas bajo la luna.
Me dejo inundar por todas mis emociones, las que me endulzan y las que me amargan.
He recordado que cuando soy honesta conmigo misma, todo está bien y no hay nada que buscar que ya no tenga yo.

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