Hoy me siento especialmente empática, sobre todo con la desazón masculina.
Creo que sienten la sacudida del nuevo paradigma igual que nosotras. Ese que golpea los pilares conocidos pero obsoletos del patriarcado mamado desde hace más o menos 5000 años.
Están igual de perdidos y desconcertados. Pero esto es bueno. Sólo significa que sienten, que aunque se resistan y tengan miedo, algo se mueve dentro, lo cual no deja de ser un regalo.
Sugiere movimiento, desatasque de emociones, vida.
Se hacen los fuertes, independientes y autosuficientes, y aunque sea cierto, a veces pecan de soberbia. Se creen con el poder para juzgar a los otros, ponen límites, limitándose a ellos mismos, e intentan defender las teorías que creen suyas pero que han leído en libros de otros.
A pesar de ser inteligentes, sensibles y dulces, y sentir que se comen el mundo, se siguen comparando, arraigados en ideas fijas, pensando que han llegado a ellas por sí mismos, que les ha costado lo suyo, por eso se quedan ahí pegados, defendiéndolas a capa y espada.
Asusta mucho abrirse a nuevas teorías, sobre todo si hacen tambalear el castillo que desde niños han construido con el cemento y los ladrillos que otros le prestaron, cargados de sus ideas y prejuicios. Por eso se niegan a leer otras versiones, a contrastar, "¿y si descubro que mamá y papá se equivocaban, que lo que me contaron en el colegio y en la universidad, y he creído gran parte de mi vida, es mentira?". Piensan, luego existen.
Y aunque la infancia y la adolescencia hayan estado marcadas por la rebeldía, haciéndoles sentir que son super-héroes que se han separado del clan por marcar su territorio y derechos, no deja de proceder de un corazón herido por mamá.
Mamá, esa mujer a la que adoran e idolatran, pero que también es humana, y también se ha creído los cuentos de otros. Les dio la vida, pero no la teta, en sentido literal o no. No sintieron ese torrente de oxitocina correr por sus venas, la hormona del amor que se produce a borbotones cuando abrazamos, besamos, hacemos el amor, acariciamos o amamantamos, llenándoles y cargándoles de amor. Cuando digo teta, digo amor incondicional, ese que te acepta, el que no te pide que seas otro, el que te dice "te amo tal y como eres".
Y así van por la vida, con corazones rotos, pendientes del qué dirán, y diciendo a gritos "Yo me expreso tal y como soy, y por eso no soy malo. Yo soy valiente, pero a veces tengo miedo y te necesito. Quiéreme a mí, por favor, no al que te imaginaste que sería"
Todo esto que he escrito es mi opinión, como ocurre en todas las reflexiones que comparto con el mundo.
Igual yo también estoy contaminada con las letras que he leído en otros libros.
Aún así, apelo a mi derecho de expresión. Eso sí, desde el corazón, siempre desde el corazón.
Que es humano también, y que por tanto puede estar equivocado. Lo acepto, y me la pela. Porque no tengo el peso de la coherencia, no soy de ideas fijas, y no venero ninguna creencia.
Creo en todo y en nada, porque todo cambia, incluso yo. La que fui ayer, no es la que soy hoy. Por eso pongo la mano en el fuego o no si me sale del coño, responsabilizándome de mis quemaduras y sabiendo que nadie responde por mí, sólo yo.
Por eso no creo en las promesas, porque quien me prometió algo ayer, igual hoy ya no existe. Por eso no espero nada de nadie, ni siquiera que me entiendan, ni siquiera que no me den por culo.
Si esto te resuena y remueve tu mierda con tus flores, te sugiero que pienses porqué así sucede, antes de joderme sin poya y sí con poyadas.
De todos modos, la que soy hoy, te quiere mucho, aunque sepa que se está quemando, aunque no sepa si te quiere en su vida, aunque no sepa si quiere a otros en su vida.
La que soy mañana, aún no la conozco, así que no te pro-meto nada.
lunes, 29 de diciembre de 2014
viernes, 19 de diciembre de 2014
Mis tesoros prestados
Hay gente a la que le encanta quedarse dormida escuchando el sonido del mar, otras prefieren las ramas y las hojas susurrantes mecidas por la brisa. Y yo, yo adoro entregarme a Morfeo sintiendo la respiración de mis hijas, una a cada lado de mi cuerpo de mujer prestado de madre.
Qué rico cuando se desvelan y me descubren mirándolas entre las sombras iluminadas de la noche. Sonríen y vuelven a dormirse llenas de paz. Se sienten ad-miradas, protegidas, deseadas, amadas.
Estoy perdidamente enamorada, encontrándome paradójicamente a través de ellas, de su entusiasmo, de su inocencia, de su pureza, de sus miedos, de su amor.
Salma y Maya, Maya y Salma, da igual el orden porque el desorden es su virtud. Aunque a veces me saque de quicio, intento siempre recordar que no lo hacen a posta, simplemente es su manera de aprender, de experimentar, de relacionarse con lo desconocido.
¿Cómo pueden ser tan distintas habiendo sido paridas por la misma madre y creadas con la ayuda del mismo padre? No hablaré de ellas por separado, podría caer en el sucio e injusto error de la comparación, algo que odio.
Sé que merecen ser amadas tal y como son, sin diferencias. Cada una es particularmente única.
Una mezcla perfecta de su madre y de su padre. Me hace mucha gracia descubrir rasgos de su papá en cada una de ellas. La genética no es determinante, pero a veces es la ostia.
Es increíble el poder de reconciliación que ejercen sobre mí con respecto a su padre, sin palabras, sin actos, tan sólo con su presencia. Cualquier diferencia que pueda aparecer entre mi él y yo, se desvanece al pensar en el amor que en dos ocasiones se conjugó tan lindo para dibujar estos hermosos seres de luz.
Cada día, instante a instante, me esfuerzo por ser la guardiana de esa luz. A veces no soporto a la antipática de mi sombra, no se deja abrazar por tan precioso brillo. Entonces me voy a las mazmorras de casa, al garaje, y cierro la puerta, para que no me oigan gritar y romper los cepillos de peinar que lanzo contra el suelo, porque no soporto la frustración y el cansancio que provoca en mí tanta responsabilidad. Así me quedo fresquita, y regreso al salón con mi sonrisa semiverdadera.
Y justo cuando vuelvo a confiar en mí como madre, se me olvida el gorro de Papá Noel para la actuación del cole, o pago la excursión de Navidad justo el día antes. Pero el susto se me quita rápido cuando ellas, intuyendo mi desborde mental, me miran y me sonríen con dulzura.
Gracias a la vida, en casa no tenemos el peso de la perfección. Tenemos tres altares llenos de hermosas imperfecciones que adornamos y cuidamos todos los días, nuestros cuerpitos de niña-mujer.
Ya sé que no depende sólo de mi, que hay un mundo inmenso lleno de personas buenas y menos buenas que las rodea, pero siempre intentaré ser el hogar donde se puedan emberijar si alguna vez lo necesitan. Les cuento historias de héroes-villanos y de villanos-héroes, para que no se queden con la primera impresión, pero sí con el primer instinto.
Entiendo que no me pertenecen, igual que yo a ellas tampoco. Aún así las amo igual que a mi propia vida. Doy gracias todos los días mil quinientas veces por tremendo préstamo que el amor me da.
Las abrazo, las beso, las acaricio, me las como sin cubiertos, como deben comerse las madres educadas a sus cachorr@s. Como se come Maya mis tetas muy de vez en cuando. Sí, todavía. Y sí, sé que ya no dan leche, pero siguen dando y darán siempre mucho amor. me lo pida o no. Nunca le voy negar ese derecho. Tengo la teoría de que si todos de pequeños hubiésemos mamado hasta jartarnos, ahora tendríamos más criterio antes de chupar cualquier sucedáneo de amor que nos ofrezcan por ahí.
Les muestro mi cuerpo de mujer, mi menstruación, y les recuerdo amar el suyo desde ya, que algún día se parecerá al mío. Ellas lo miran con curiosidad y amor. Me besan, me abrazan, me huelen y me muestran su complicidad incondicional.
Me dicen que soy la mejor madre del mundo, la que mejor huele, la más cariñosa, la más feliz y la más loca.
Jajajajaja.... Qué bueno tener la valentía de mostrarme tal y como soy y la fortuna de ser elegida y aceptada por mis diosas de luz.
sábado, 6 de diciembre de 2014
Las madres también follan
- No deberías escribir estas cosas, tienes dos hijas pequeñas.
- Entiendo lo que quieres decir, ¿pero sabes qué? Las madres también follamos, de hecho, l@s niñ@s nacen porque sus padres follan.
Esta conversación la tuve hace unos días con una amiga, y de ella nació este cuento....
"Ya no hacemos el amor. Decidí que era lo mejor.
No pudiste con mi multipolaridad, la que mezcla misticismo con erotismo, locura con coherencia, optimismo con realidad, maternidad con sexo.
Y yo no pude con la tuya, la que mezcla deseo con indecisión, ganas virtuales con distancia real, amor con cobardía.
Pero no nos lo tengo en cuenta, porque disfrutamos muchísimo. Nos compartimos, y eso lo agradezco infinito. Por eso voy a regalarte mi memoria de nuestro último encuentro.
Hacía un calor insoportable ese día. Concretamente era un 69 de agosto de 6969.
Yacíamos felices entre mil y una dunas, sin 40 ladrones que nos molestaran alrededor.
El sol era de justicia, totalmente injusto con nuestra piel desnuda y entregada a la fuerza de la naturaleza que ese día se mostraba a través de los rayos del astro rey.
Rayos descarados que me penetraban sin permiso, poniéndome muy cachonda, humedeciéndome cada vez más y más. Sublime paradoja ésta, ¿eh?
Aún así, mis labios superiores sí que estaban secos, por lo que giré sobre mi cuerpo para alcanzar la nevera y beber un poco de agua.
Entonces tú despertaste de tu siesta, empinado, como se suelen despertar los hombres que desean cuerpos caramelo.
Me viste tumbada sobre mi costado izquierdo, y no evitaste el pegarte a mí para acariciarme con tu piel.
Agarraste una de mis nalgas y la levantaste, haciendo más fácil el camino de tu espada sedienta de sangre. Pero de una sangre distinta esta vez, la sangre que a diferencia de otras, proviene de la vida, no de la muerte.
En ese momento apareció la única tipa que no soporto a nuestro lado, mi mente. Me decía que no estaba bien lo que hacía, que ya era madre, que no debería disfrutar del sexo, y menos si no era con el padre de las niñas. Que la gente hablaría de mí si se enteraran, que me dirían de lo peor, que ni siquiera tú me tomarías en serio.
Sacudí mi cuerpo para sacarla de mí, me giré por completo y levanté mis caderas, quería sentirte en toda tu inmensidad. Tú agarrabas mi cintura y seguías la coreografía que yo inventaba para los dos, interrumpiendo muy de vez en cuando para introducir algunos pasos de cosecha propia.
Nos movíamos totalmente extasiados el uno para el otro. Me hiciste saber que no aguantarías mucho más, así que te saqué de mí sin tu rendición. Todavía no había llegado el final de la batalla para mí.
Tú te quedaste sentado sobre tus piernas, acariciando tu sexo suavemente. Con la cara de un niño resignado al que acaban de quitarle su juguete preferido. Me mirabas tan lindo, me encanta cuando te rindes, cuando aceptas mi ritmo y me esperas paciente, sonriéndome de esa manera pícara que me vuelve loca.
Entonces quité tu mano dulcemente y agarré tu falo con una fuerza suave, una fuerza que conjugaba pasión y ternura. Lo paseé largo rato por mi vulva, para hacer crecer su deseo, directamente proporcional a su tamaño, hasta que lo sentí nuevamente firme. Lo introduje despacito en mí, sintiendo la intensidad de cada recorrido cálido.
Así bailamos largo rato. Mientras revolvía tu pelo y te clavaba mis uñas rojas en tu espalda, tú mordías mis labios y chupabas mis pezones. Y de nuevo la tipeja habló, esta vez a ti. Te susurraba que no lo hicieras, que las mismas tetas que ahora lamías, habían alimentado a mis hijas durante seis años.
¡Maldita reprimida amargada! Pero ya era demasiado tarde, imposible parar el deseo de nuestros cuerpos. Ellos sí saben, saben del sentido de la vida. El que se alimenta del bienestar y la complementación.
Y guiados por ellos nos subimos a la cresta de la ola que provocaron nuestros fluidos tan gustosamente mezclados al unísono. Marcando mi útero con gritos de placer, el mismo placer que fue marcado en él con mis alaridos al parir.
Mi útero no discrimina ningún ruido que provenga de la vida, por eso no se siente culpable. Sabe que pertenece a una mamífera sana, que se permite sentir el gustazo que provoca tanto el parir a sus cachorras como el encuentro con su amante.
Sabe que es el útero de una mujer que resurgió de las cenizas donde fueron quemadas sus ancestras, injustamente acusadas de brujas, locas, putas y curanderas.
Brujas, por estar conectadas con la memoria ancestral, por reconocer y poder comunicarnos con almas encontradas de otras vidas y hacer alquimia juntas.
Locas, por ser libres al expresar lo que sentimos sin tapujos y felices, enseñando el culo a los problemas que otros nos inventaron.
Putas, por copular con el misterio, por entregarnos sin miedo a arriesgar, por jugar con experiencias nuevas, poniendo toda la carne en el asador.
Curanderas, por sanar al prójimo, por acompañar a la mujer que pare, por fundirnos con la naturaleza y absorber su sabiduría innata, compartiéndola así con el mundo"
- Entiendo lo que quieres decir, ¿pero sabes qué? Las madres también follamos, de hecho, l@s niñ@s nacen porque sus padres follan.
Esta conversación la tuve hace unos días con una amiga, y de ella nació este cuento....
"Ya no hacemos el amor. Decidí que era lo mejor.
No pudiste con mi multipolaridad, la que mezcla misticismo con erotismo, locura con coherencia, optimismo con realidad, maternidad con sexo.
Y yo no pude con la tuya, la que mezcla deseo con indecisión, ganas virtuales con distancia real, amor con cobardía.
Pero no nos lo tengo en cuenta, porque disfrutamos muchísimo. Nos compartimos, y eso lo agradezco infinito. Por eso voy a regalarte mi memoria de nuestro último encuentro.
Hacía un calor insoportable ese día. Concretamente era un 69 de agosto de 6969.
Yacíamos felices entre mil y una dunas, sin 40 ladrones que nos molestaran alrededor.
El sol era de justicia, totalmente injusto con nuestra piel desnuda y entregada a la fuerza de la naturaleza que ese día se mostraba a través de los rayos del astro rey.
Rayos descarados que me penetraban sin permiso, poniéndome muy cachonda, humedeciéndome cada vez más y más. Sublime paradoja ésta, ¿eh?
Aún así, mis labios superiores sí que estaban secos, por lo que giré sobre mi cuerpo para alcanzar la nevera y beber un poco de agua.
Entonces tú despertaste de tu siesta, empinado, como se suelen despertar los hombres que desean cuerpos caramelo.
Me viste tumbada sobre mi costado izquierdo, y no evitaste el pegarte a mí para acariciarme con tu piel.
Agarraste una de mis nalgas y la levantaste, haciendo más fácil el camino de tu espada sedienta de sangre. Pero de una sangre distinta esta vez, la sangre que a diferencia de otras, proviene de la vida, no de la muerte.
En ese momento apareció la única tipa que no soporto a nuestro lado, mi mente. Me decía que no estaba bien lo que hacía, que ya era madre, que no debería disfrutar del sexo, y menos si no era con el padre de las niñas. Que la gente hablaría de mí si se enteraran, que me dirían de lo peor, que ni siquiera tú me tomarías en serio.
Sacudí mi cuerpo para sacarla de mí, me giré por completo y levanté mis caderas, quería sentirte en toda tu inmensidad. Tú agarrabas mi cintura y seguías la coreografía que yo inventaba para los dos, interrumpiendo muy de vez en cuando para introducir algunos pasos de cosecha propia.
Nos movíamos totalmente extasiados el uno para el otro. Me hiciste saber que no aguantarías mucho más, así que te saqué de mí sin tu rendición. Todavía no había llegado el final de la batalla para mí.
Tú te quedaste sentado sobre tus piernas, acariciando tu sexo suavemente. Con la cara de un niño resignado al que acaban de quitarle su juguete preferido. Me mirabas tan lindo, me encanta cuando te rindes, cuando aceptas mi ritmo y me esperas paciente, sonriéndome de esa manera pícara que me vuelve loca.
Entonces quité tu mano dulcemente y agarré tu falo con una fuerza suave, una fuerza que conjugaba pasión y ternura. Lo paseé largo rato por mi vulva, para hacer crecer su deseo, directamente proporcional a su tamaño, hasta que lo sentí nuevamente firme. Lo introduje despacito en mí, sintiendo la intensidad de cada recorrido cálido.
Así bailamos largo rato. Mientras revolvía tu pelo y te clavaba mis uñas rojas en tu espalda, tú mordías mis labios y chupabas mis pezones. Y de nuevo la tipeja habló, esta vez a ti. Te susurraba que no lo hicieras, que las mismas tetas que ahora lamías, habían alimentado a mis hijas durante seis años.
¡Maldita reprimida amargada! Pero ya era demasiado tarde, imposible parar el deseo de nuestros cuerpos. Ellos sí saben, saben del sentido de la vida. El que se alimenta del bienestar y la complementación.
Y guiados por ellos nos subimos a la cresta de la ola que provocaron nuestros fluidos tan gustosamente mezclados al unísono. Marcando mi útero con gritos de placer, el mismo placer que fue marcado en él con mis alaridos al parir.
Mi útero no discrimina ningún ruido que provenga de la vida, por eso no se siente culpable. Sabe que pertenece a una mamífera sana, que se permite sentir el gustazo que provoca tanto el parir a sus cachorras como el encuentro con su amante.
Sabe que es el útero de una mujer que resurgió de las cenizas donde fueron quemadas sus ancestras, injustamente acusadas de brujas, locas, putas y curanderas.
Brujas, por estar conectadas con la memoria ancestral, por reconocer y poder comunicarnos con almas encontradas de otras vidas y hacer alquimia juntas.
Locas, por ser libres al expresar lo que sentimos sin tapujos y felices, enseñando el culo a los problemas que otros nos inventaron.
Putas, por copular con el misterio, por entregarnos sin miedo a arriesgar, por jugar con experiencias nuevas, poniendo toda la carne en el asador.
Curanderas, por sanar al prójimo, por acompañar a la mujer que pare, por fundirnos con la naturaleza y absorber su sabiduría innata, compartiéndola así con el mundo"
martes, 2 de diciembre de 2014
Poya se escribe con "ll"
Un amigo me dijo que poya se escribe con "ll". Así que lo busqué en el diccionario y miren lo que encontré.
Polla: Gallina nueva, medianamente crecida, que no pone huevos o que hace poco tiempo que ha empezado a ponerlos.
Ahhhhh.... Vale.... ¿Será por esto que es una de las maneras de nombrar al órgano sexual masculino?
¿Porque todavía quedan hombres cobardes, también llamados gallinas, que no ponen huevos a la vida?
¿Hombres que han permitido a este sistema patriarcal hacer tortillas con sus testículos, al dejarse disfrazar de héroes con fuerza y poder, pero sin lágrimas, reflejo de su vulnerabilidad?
La vulnerabilidad para mí es indispensable. Es parte inherente al amor, porque el amor es valiente. No tiene miedo de mostrarse tal y como es. Con sonrisas y lágrimas.
Por eso yo escribo poya con "y". No me parece justo el símil entre el órgano sexual masculino y la gallina joven.
Porque existen hombres como tú, hombres sin temor a ser descubiertos sin el disfraz de "Superman" o "Thor".
Eres osado y auténtico, valiente, haciéndome olvidar así las pollas que he chupado, digo chocado antes.
No te asusta subirte a mi montaña rusa para recorrer mis valles, mis colinas, mis océanos. Es más, estás deseando hacerlo. Sutilmente descarado me haces ver tus ganas por mí, en sentido figurado y literal.
Tu poya merece ser escrita con "y", porque marca la diferencia.
Ella es dulce, es pícara, es una llorona.
¡Ay si Chavela Vargas la conociera! Daría un giro de 180 grados a su canción, los mismos que doy yo cuando la tengo dentro.
¿Puede haber bocado más delicioso que ella recién lavada por su llanto afortunadamente inconsolable durante largo rato por mí?
Dice que sólo a mi me riega. Y me da igual creérmelo. Porque yo también soy valiente. Y los valientes no pierden ninguna oportunidad de sentir caramelo. Ya sea de cristal, de nata o de "sal de frutas".
Ummmmm, delicioso rocío en la noche, madrugada, mañana, tarde. Chubascos aislados e intensos o rocío sereno y continuo.
¡Ay por favor! ¡Es que me la como!
Me encanta devorarla, saborearla, chuparla, acariciarla, apretarla, sentirla, desafiarla, descorcharla....
¡Feliz nuevo mejor Amor lleno de caramelo de polvos!!!
Polla: Gallina nueva, medianamente crecida, que no pone huevos o que hace poco tiempo que ha empezado a ponerlos.
Ahhhhh.... Vale.... ¿Será por esto que es una de las maneras de nombrar al órgano sexual masculino?
¿Porque todavía quedan hombres cobardes, también llamados gallinas, que no ponen huevos a la vida?
¿Hombres que han permitido a este sistema patriarcal hacer tortillas con sus testículos, al dejarse disfrazar de héroes con fuerza y poder, pero sin lágrimas, reflejo de su vulnerabilidad?
La vulnerabilidad para mí es indispensable. Es parte inherente al amor, porque el amor es valiente. No tiene miedo de mostrarse tal y como es. Con sonrisas y lágrimas.
Por eso yo escribo poya con "y". No me parece justo el símil entre el órgano sexual masculino y la gallina joven.
Porque existen hombres como tú, hombres sin temor a ser descubiertos sin el disfraz de "Superman" o "Thor".
Eres osado y auténtico, valiente, haciéndome olvidar así las pollas que he chupado, digo chocado antes.
No te asusta subirte a mi montaña rusa para recorrer mis valles, mis colinas, mis océanos. Es más, estás deseando hacerlo. Sutilmente descarado me haces ver tus ganas por mí, en sentido figurado y literal.
Tu poya merece ser escrita con "y", porque marca la diferencia.
Ella es dulce, es pícara, es una llorona.
¡Ay si Chavela Vargas la conociera! Daría un giro de 180 grados a su canción, los mismos que doy yo cuando la tengo dentro.
¿Puede haber bocado más delicioso que ella recién lavada por su llanto afortunadamente inconsolable durante largo rato por mí?
Dice que sólo a mi me riega. Y me da igual creérmelo. Porque yo también soy valiente. Y los valientes no pierden ninguna oportunidad de sentir caramelo. Ya sea de cristal, de nata o de "sal de frutas".
Ummmmm, delicioso rocío en la noche, madrugada, mañana, tarde. Chubascos aislados e intensos o rocío sereno y continuo.
¡Ay por favor! ¡Es que me la como!
Me encanta devorarla, saborearla, chuparla, acariciarla, apretarla, sentirla, desafiarla, descorcharla....
¡Feliz nuevo mejor Amor lleno de caramelo de polvos!!!
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